“Al llegar Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo ¿quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Ellos dijeron: Unos Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.
Él les preguntó: y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente (MATEO 16:13-16).
Estas líneas reflejan que para muchos Jesús no era más que un hombre, claro, al compararlos con estos nombres, estaban reconociendo que no era un hombre indiferente a Dios, sino uno con cualidades de fe bien definidas, que amaba a Dios y la justicia, pero no más que un hombre.
Jesús sabía la percepción que tenía la gente acerca de él, y la que tendrían las nuevas generaciones venidera a través del tiempo; quería dejar esta enseñanza para que todos entiendan su verdadera naturaleza. Aunque el pueblo Judío tenía las profecías que hablaban de la llegada del Hijo de Dios a la tierra, nunca les interesó escudriñar el cumplimiento de la misma:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (ISAIAS 9:6)”.
Todos estos atributos (nota el inicio en mayúscula), incluso “Dios Fuerte, Padre Eterno”, nos indican que Jesús no puede ser una creación (ángel u hombre). Él sabía, incluso, que sus mismos discípulos, que andaban con él, no estaban consciente realmente quién era él. Ahora es el momento de recoger la respuesta de ellos, solo uno habla, Pedro, y acierta con la verdad absoluta: Tu eres el Cristo (Mesías, Ungido, Escogido, Enviado) el Hijo del Dios viviente.
Esta gran verdad no se entiende con la razón humana, debe ser revelada directamente desde arriba a aquellos que han nacido de Dios; como dice Jesús que sucedió con Pedro. Te dejo dos citas bíblicas, una del apóstol Pablo, otra del apóstol Juan, que dan fe de esto:
“De estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1 CORINTIOS 12:13-14)”.
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él (1 JUAN 5:1)”.
La Biblia enseña de Jesús lo siguiente:
“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy (SALMOS 2:7)”.
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1 JUAN 5:18)”.
“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna (1 JUAN 5:20)”.
Las palabras “Hijo de Dios” y “engendrado por Dios”, van más allá de tratar a Jesús como un hombre mortal. Note el reconocimiento que le hace Jesús a Pedro cuando este declara “Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente”: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos (MATEO 16:17). Mientras muchos tenían conceptos errados acerca de la naturaleza de Jesús, Pedro era dichoso porque el mismo Dios, en la persona del Padre, le declaró que Jesús es Dios, por proceder del Padre como su Hijo.
El mismo Jesús, se consideró al mismo nivel del Padre cuando Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre, y nos vasta. Jesús sorprendido, ya que el daba por hecho que Felipe y sus otros discípulos habían asimilado su naturaleza, les dice: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: muéstranos al Padre? (JUAN 14:9).
¿A quien quería ver Felipe cuando dice “muéstranos al Padre, y nos vasta”?, quería ver a Dios, porque para los judíos, hasta ese momento, Dios era solo el Padre, porque él había tratado con ellos desde Abraham hasta el nacimiento de Jesús. Pero seguían siendo de dura servís y Dios, en la persona del Padre, por medio de los profetas, había dicho que mandaría a su Hijo como hombre para tratar con su pueblo, de hecho el mismo Jesús en la parábola de los labradores malvados (MATEO 21:33-46) ejemplifica esta acción.
Ahora Jesús le dice a Felipe “ya lo has visto”, entonces queda descartada la idea de que Jesús es creado, ni su concepción como hombre fue igual a la de cualquier hombre, procede de mujer, pero no intervino hombre en su concepción virginal.
Jesús no debe ser rebajado, forma parte de Dios, y Dios no es solo el Padre, ni es solo el Hijo, ni es solo el Espíritu Santo; Dios es la existencia de los tres, no fundido en uno, sino separados como personas distintas, si uno de ellos llegara a faltar ya no hay Dios, a eso nos referimos los cristianos con la palabra “Trinidad”, que aunque esta palabra no se encuentra en la Biblia, la utilizamos para abreviar la fraseología “Padre, Hijo y Espíritu Santo”. No adoramos a tres dioses, no somos politeístas, adoramos a un Dios en tres personas.
En el bautismo de Jesús quedaron en evidencia las tres personas de Dios, también en el mandato de Jesús de bautizar a sus seguidores.
Si Jesús es una creación, entonces lo que lo adoramos estamos en pecado, porque al igual que los paganos e idolatras, adoramos a una creación, y ningún ángel permitió jamás que se le adorase.
El apóstol Juan fue un gran defensor de la naturaleza divina de Jesús, por eso en sus cartas vemos frases como “yo soy”, “engendrado por Dios”, “el que engendró”. La palabra engendrar significa origen del cual procede algo, la fuente desde la que algo es llevado a cabo. Juan Enfrentó duramente en su tiempo a los gnósticos que decían que Jesús era solo una ilusión, que lo carnal y lo espiritual no se puede juntar porque lo espiritual es bueno y lo carnal es malo.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
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