jueves, 10 de junio de 2010

El Rey te manda a Llamar

Dios se interesa por todos los hombres, de tal manera, que en la Biblia encontramos ciertos relatos que nos ayudan a entender cómo se manifiesta su amor por la humanidad. En esta ocasión quiero que te detengas por un momento y aprecies como se manifiesta la misericordia de un rey hacia uno de sus súbditos:

“Y dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien yo haga misericordia por amor de Jonatán? (2 SAMUEL 9:1)”.

David tenía un amigo llamado Jonatán, el cual era hijo del malvado y perverso rey Saúl. Estos muchachos habían jurados en vida que si uno moría primero que el otro, sin importar la causa, el que quedara con vida haría misericordia con la casa del que había muerto.

Cuenta la Biblia que David, ya siendo rey, y muerto Jonatán, hace memoria de aquel trato y procura beneficiar a algún descendiente de Saúl. Aparece el afortunado cuyo nombre era Mefi-boset, que significa “sembrador de vergüenza”, hijo de Jonatán y lisiado de los pies.

Ser nieto de un ex rey no le servía de nada, porque todas las pertenencias de Saúl habían sido saqueadas por manos enemigas y todos los hijos de Saúl que podían heredar el trono, habían muerto; por lo tanto estaba desamparado, y para colmo de males, imposibilitado de sus pies.

Su nombre hacia honor a su condición, había habitado en el palacio del rey, y luego de los problemas políticos entre los filisteos y su abuelo, tuvo que huir y habitar en un lugar llamado lodebar “tierra sin pastizales, desierta”, muy lejos de donde quedaba el palacio del rey en Gabaa de Benjamín.

Mefi-boset era alguien en el pasado, sin embargo, en el presente él mismo se consideraba “un perro muerto”, y qué decir de su futuro incierto. Pero hubo uno que se acordó de él, el rey, quien lo mandó a llamar. El necesitado, consciente de su situación, no rehusó, se presentó ante David haciendo reverencia ante el rey y respondiendo: He aquí tu siervo.

Luego de presentarse ante el rey, la condición de este muchacho cambió por entero, ahora se sentaría y comería en la mesa del rey como uno de sus hijos, y todas las tierras de Saúl su padre (en sentido de descendencia) les fueron restituidas y les fueron entregados siervos para que se la labrasen.

Nuestra condición no es distinta a la de Mefi-boset y es vergonzosa delante del rey de reyes, el pecado nos ha imposibilitado los pies para acercarnos a Dios, pero de la misma manera que David mandó a llamar a Mefi-boset, el gran rey, Jesús, extiende su cetro y te dice “ven”. No hay por qué temer, preséntate con diligencia ante el rey, él te manda a llamar. El quiere beneficiarte con la salvación de tu alma.

“Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan (PROVERBIOS 8:17)”.

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sean contigo hoy y siempre.

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