Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel (1 Corintios 4:1-2).
Administrador: viene del griego “oikonómos” y hace referencia a uno que gobierna una casa, denota a un siervo superior responsable de la administración de la casa, de la dirección de los otros siervos, y del cuidado de los hijos menores de edad.
En el reino de Dios se realza la dignidad de aquellos a quienes se les ha confiado una responsabilidad y saben cumplirla a cabalidad, por eso observamos desde muy temprano en la Bíblia como Dios tiene en poco a los que no guardan con celo lo que se les confía, tal es el caso de Adán. Sin embargo hoy veremos en José, hijo de Jacob, la otra cara de la moneda.
Narra la Bíblia que este joven era el hijo amado de Jacob, se afirma que era por haberlo tenido en su vejez y por ser José el primogénito de la esposa predilecta de Jacob, Raquel, por la cual había trabajado 7 años pareciéndoles estos pocos días.
Lo cierto es que había algo diferente en este muchacho, y tanto Dios como su padre, comenzaron a exhibirlo como uno que estaría por encima de sus hermanos. Por medio de los sueños Dios lo presenta como señor ante el cual se haría reverencia, y su padre decide distinguirlo poniendo sobre él una túnica de diversos colores.
A muy temprana edad José empezaba a mostrar dotes de buen administrador: amaba a su padre, cuidaba el rebaño de su padre, tarea que compartía con sus hermanos; sin embargo no pierde de vista su responsabilidad para sumarse a delinquir con ellos, sino que hace uso correcto de la denuncia para poner en evidencia sus malas acciones, sin importarle su propio bienestar.
Sin duda alguna, la integridad de este muchacho le costó un alto precio; llegó a ser aborrecido por sus hermanos; lo quitaron de su vista vendiéndolo como esclavo. Sin embargo es notorio que en todos los lugares que pisaba se ganara la confianza de todos sus superiores, a tal punto que le entregaron en sus manos desde el manejo de una casa hasta la administración del país potencia de su época, Egipto.
El buen administrador es consciente de su descripción de puesto, José sabía hasta donde podía llegar y lo demostró con tenacidad cuando supo vencer el acoso sexual de la esposa de su amo Potifar, y con firmeza le dejo ver que no estaba dispuesto a deshonrar ni a Dios ni a su amo.
"...porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenido en poco (1 SAMUEL 2:30)".
Al presente, pareciera que la fidelidad y la confianza son valores no apreciados, muchos no pierden la menor oportunidad de hacer provisión para sí cuando se les confía un puesto de muchos recursos, se les olvida que “todo administrador debe ser hallado fiel”, y “que deben contentarse con el salario contratado”. Un ministro, utilizando el termino de moda, no se les confía la posición para servirse, sino para sirve a los demás.
José se ganó la confianza de Dios, de su padre Jacob, de su amo Potifar, del encargado de la cárcel, por último, del faraón rey de Egipto. Aunque atravesó grandes dificultades, con su rectitud, supo mantener a raya enemigos del arte de administrar como la avaricia y la codicia.
"Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ella lo librará Jehová (SALMOS 34:19)". Podrás encontrar la valiosa historia de José en Génesis capítulo 37, luego continua desde los capítulos 39 al 50.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
Administrador: viene del griego “oikonómos” y hace referencia a uno que gobierna una casa, denota a un siervo superior responsable de la administración de la casa, de la dirección de los otros siervos, y del cuidado de los hijos menores de edad.
En el reino de Dios se realza la dignidad de aquellos a quienes se les ha confiado una responsabilidad y saben cumplirla a cabalidad, por eso observamos desde muy temprano en la Bíblia como Dios tiene en poco a los que no guardan con celo lo que se les confía, tal es el caso de Adán. Sin embargo hoy veremos en José, hijo de Jacob, la otra cara de la moneda.
Narra la Bíblia que este joven era el hijo amado de Jacob, se afirma que era por haberlo tenido en su vejez y por ser José el primogénito de la esposa predilecta de Jacob, Raquel, por la cual había trabajado 7 años pareciéndoles estos pocos días.
Lo cierto es que había algo diferente en este muchacho, y tanto Dios como su padre, comenzaron a exhibirlo como uno que estaría por encima de sus hermanos. Por medio de los sueños Dios lo presenta como señor ante el cual se haría reverencia, y su padre decide distinguirlo poniendo sobre él una túnica de diversos colores.
A muy temprana edad José empezaba a mostrar dotes de buen administrador: amaba a su padre, cuidaba el rebaño de su padre, tarea que compartía con sus hermanos; sin embargo no pierde de vista su responsabilidad para sumarse a delinquir con ellos, sino que hace uso correcto de la denuncia para poner en evidencia sus malas acciones, sin importarle su propio bienestar.
Sin duda alguna, la integridad de este muchacho le costó un alto precio; llegó a ser aborrecido por sus hermanos; lo quitaron de su vista vendiéndolo como esclavo. Sin embargo es notorio que en todos los lugares que pisaba se ganara la confianza de todos sus superiores, a tal punto que le entregaron en sus manos desde el manejo de una casa hasta la administración del país potencia de su época, Egipto.
El buen administrador es consciente de su descripción de puesto, José sabía hasta donde podía llegar y lo demostró con tenacidad cuando supo vencer el acoso sexual de la esposa de su amo Potifar, y con firmeza le dejo ver que no estaba dispuesto a deshonrar ni a Dios ni a su amo.
"...porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenido en poco (1 SAMUEL 2:30)".
Al presente, pareciera que la fidelidad y la confianza son valores no apreciados, muchos no pierden la menor oportunidad de hacer provisión para sí cuando se les confía un puesto de muchos recursos, se les olvida que “todo administrador debe ser hallado fiel”, y “que deben contentarse con el salario contratado”. Un ministro, utilizando el termino de moda, no se les confía la posición para servirse, sino para sirve a los demás.
José se ganó la confianza de Dios, de su padre Jacob, de su amo Potifar, del encargado de la cárcel, por último, del faraón rey de Egipto. Aunque atravesó grandes dificultades, con su rectitud, supo mantener a raya enemigos del arte de administrar como la avaricia y la codicia.
"Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ella lo librará Jehová (SALMOS 34:19)".
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.