miércoles, 7 de julio de 2010

Cuando la presión nos vence

Crealo o no, muchas decisiones tomadas en nuestras vidas se han visto afectadan por la influencia del alrededor. En ocasiones por ignorancia elegimos la opción más votada; otras veces, aun sabiendo que no es la opción correcta, la tomamos por complacer al conglomerado, por no ir en contra de la corriente.

En esta ocasión te hablaré de un personaje que tenía que decidir entre declarar inocente a un inocente o condenarlo tan solo por ceder a la presión del populacho; me refiero a Poncio Pilato.

“Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a este sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone (JUAN 19:12)”.

Nuestra vida está marcada por el temor de perder los placeres aprendidos y el “statu quo” alcanzado por nuestros propios esfuerzos (sean éticos o no) o de manera circunstancial. Nos importa mucho, no lo que piensa Dios de nosotros, sino lo que piensa el hombre. Ser un verdadero discípulo de Jesús conlleva el abandono de muchas prácticas en las cuales nos deleitamos y que no todos estamos dispuestos a abandonarlas.

Poncio Pilato estaba completamente convencido de que Jesús era inocentes, pero estaba en juego su posición de gobernador. El momento de tomar la decisión para seguir a Jesús no deja de ser difícil, pero solo los violentos arrebatan el reino de los cielos; Pilato estaba maravillado, en su interior sabía que no estaba interrogando a un hombre común, sentía temor, y su temor se acrecentó aún más cuando escuchó decir que “este se hizo a sí mismo hijo de Dios”.

¡Que encrucijada! Su propia esposa ya lo había advertido con estas palabras “no tengas nada que ver con ese justo”. Era el momento de decretar sentencia favoreciendo a Jesús, aunque esto levantara acusaciones falsas en su contra ante el César que pusieran en peligro tanto sus privilegios otorgados por el imperio, como su propia vida.

No solamente nuestro “statu quo” debe ser tenido en poco si fuese necesario, todo lo que se opone para que seamos siervos de Jesús debe ser quitado del camino. Jesús llegó al extremo con estas citas:

“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará (MATEO 10:37-39)”.

No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (MATEO 10:28)”.

A Poncio Pilato le faltó la determinación por ganar la aceptación de uno y perder la simpatía de muchos. Aunque procuraba soltar a Jesús, viendo que nada se adelantaba, sino que se hacía más alboroto, cede a la presión, se lava las manos, y se declara inocente de la sangre de Jesús. Pensó que una posición neutral lo libraría de culpa; Jesús dejó bien claro su punto de vista para los neutrales:

“El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama (MATEO 12:30)”, y otra vez, “pero por cuanto eres tibio y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca (APOCALIPSIS 3:16)”.

Poncio Pilato negó a Jesús y al mismo tiempo se condenó a sí mismo. Ya que sabemos el resultado, entremos por la puerta estrecha, por la que nadie quiere transitar, y rechacemos la puerta ancha, por la que todos entran sin remordimiento.

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.

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