“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (JOB 1:1).
Bonitas palabras para describir a una persona; sin importar lo que se aprecie desde afuera, en el plano espiritual, lo que realmente tiene importancia es lo interno.
De quien se habla en este pasaje lleva por nombre Job del hebreo Iyyob (“¿dónde está mi Padre?” o “perseguido [aborrecido]”); lo cierto es que ambas traducciones al español reflejan sus padecimientos, uno apela a la justicia de Dios para librarlo de su aflicción, el otro pone de manifiesto la obra de Satanás hacia su persona por destruirlo.
La Biblia dice en el capítulo 1 versos 2 y 3 del mismo libro que lleva su nombre, que Job era hombre bien posicionado económicamente, a tal punto que no había otro en oriente que lo igualara, sin embargo, eso no hacía que confiara en sí mismo para considerarse autosuficiente y llegar a pensar que no necesitara a Dios, sino que en Jehová ponía su confianza y le rendía adoración y culto, no solo por él, sino incluso rendía homenaje a Dios en nombre de sus hijos.
El prejuicio equivocado de Satanás hacia Job
Así que Dios quería resaltar estos puntos brillantes en Job, no muy común en toda la historia de la humanidad, ¿y ante quién mejor para darlos a conocer que ante el patrón (jefe) de toda la humanidad rebelde, Satanás?, quien tenía un prejuicio equivocado de Job.
Es importante que usted y yo sepamos que a pesar de que Satanás ejerce influencia sobre la humanidad para que se oponga a la voluntad de Dios, solo Dios (Jehová [1 Reyes 14:2-6], Jesús [Juan 2:23-24] y el Espíritu Santo [Hechos 5:1-4]) conoce lo que hay en el interior del hombre. En su “juzgar” equivocado, Satanás le atribuía la fidelidad de Job hacia Jehová a los bienes materiales que poseía:
“Respondiendo Satanás a Jehová dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes has aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás sino blasfemia contra ti en tu misma presencia” (JOB 1:9-11).
Al parecer una apreciación lógica, sin embargo errónea; pero como este ser rebelde no conoce el interior del hombre no comprende que “el ser racional y agradecido no es circunstancial”. El apóstol Pablo lo expresaba de esta manera:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?” (ROMANOS 8:35).
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (MATEO 4:4).
“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” (SALMOS 27:10).
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (HABACUC 3:17-18).
Lo cierto es que tal como lo dicen estos grandes hombres de fe, nuestra fidelidad hacia Dios no debe depender de circunstancias, sino del reconocimiento de que lo que somos y tenemos lo debemos a él que nos ama a pesar de que a diario le fallamos, y que no importa en qué etapa de nuestra vida decidamos darle el frente, él no nos rechaza.
Dios podía confiar en Job
Dios podía confiar en Job porque había dicho de él que era:
• Varón perfecto: esto es maduro, completo, de buen juicio.
• Recto: esto es justo, inclinado a lo éticamente bueno.
• Temeroso de Dios: esto es que honra y respeta a Dios.
• Apartado del mal: esto es lejos de actuar de tal manera que ofenda a Dios.
Dios permite que Satanás azote a Job quitándole todas sus posesiones, incluidos sus diez hijos, sin embargo Job permanece integro en la fidelidad a Dios y no le atribuye culpa alguna. Esto sepulta el prejuicio del materialismo como apoyo para servir a Dios de la mente de Satanás, pero surge en su mente imperfecta una nueva asociación entre Job y Dios: La salud.
Vemos un Satanás desconcertante dando palos a ciega; tócalo es la repuesta de Jehová, pero consérvale la vida, es decir, no lo mates; esto es para que quede el testimonio de que en las peores de las calamidades físicas se puede esperar en Dios y hacer justo reconocimiento de su voluntad; de lo contrario, muerto Job no hubiésemos visto su restauración y el testimonio de Jehová a su favor.
Dios le deja ver a Satanás una de sus joyas preciosas en Job con estas palabras:“No hay otro como él en la tierra, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinare sin causa”.
Que gratificante fuera si Dios pudiera reconocer en nosotros, así como en Job, un ser con valores y principios éticos que le motiven a ponernos en las peores de las pruebas, consciente de que no le vamos a fallar. Job fue hombre sujeto a pasiones como usted y como yo, su determinación en honrar a Dios es la diferencia.
Se puede como hombre agradar a Dios, Jesús lo hizo y nos dejó el ejemplo, sigamos sus pasos y su fe.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
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