martes, 25 de agosto de 2009

Pan de Vida

Nuestro organismo, de manera natural, nos exige ingerir alimentos para el buen sostenimiento físico mientras estemos con vida. Para nadie es un secreto que el no comer representa el desgastamiento del cuerpo y por ende su consecuente desintegración de la tierra (muerte); si usted sabe esto buen razonamiento tiene.

Ahora bien, nuestra composición como hombre está formada por una parte física tangible (carne, hueso y sangre) y por otra espiritual intangible (alma y espíritu), sorprendentemente, ambas necesitan alimento para su sostenimiento (tanto en la tierra como en el cielo), lo que Dios espera es que con sabiduría mantengamos equilibradas ambas necesidades, pero la realidad es que no sucede así, sino que descuidamos lo espiritual para ocuparnos de nuestra parte física y someterla a los placeres desmedidos que ella exige.

Somos dados a seguir las tendencias de los tiempos y modificar nuestros hábitos con tal de buscar el beneficio de nuestro cuerpo, entramos en dietas rigurosas, nos hacemos socios de los gimnasios, pero ¿Qué estamos haciendo con nuestra parte espiritual, la que verdaderamente le interesa a Dios?

El apóstol Pablo le decía a su discípulo Timoteo "porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida, y de la venidera (1 TIMOTEO 4:8).", no te parece demasiado obvio, el asunto se remonta a miles de años atrás; al mismo Jesús le costaba creer la dureza del corazón de sus seguidores, los cuales, en un momento le buscaban solo porque se saciaron después de haberlos alimentado con cinco panes de cebada y dos pecados (JUAN 6:25-35).

Que triste, solo nos inclinamos por lo que nuestros ojos pueden ver y lo que nuestras manos pueden palpar; amados, estamos en la misma situación que el Israel de aquellos tiempos, trabajamos y nos afanamos por la comida que perece, pero por la que a vida eterna permanece ni siquiera nos interesa saber cómo podemos obtenerla.

Jesucristo dijo y sigue diciendo "Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree no tendrá sed jamás (JUAN 6:35)".

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.

martes, 18 de agosto de 2009

Comité de Emergencia

En la región del Caribe la temporada ciclónica está comprendida entre el 1 de junio y el 30 de noviembre, y para garantizar la menor pérdida posible y mantener informado a sus poblaciones, las organizaciones con o sin fines de lucro forman o activan su “Comité de Emergencia” los cuales se mantienen vigilantes ante el avance del fenómeno y emiten boletines de alertas.

Esta preocupación por alertar a grupos de interés específico no es cosa nueva, Jesucristo formó un comité de emergencia universal “su iglesia” que constantemente se ha mantenido alertando a los hombres de cómo librarse del día del Señor con un prudente mensaje: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (JUAN 3:36)”.

Preste atención a uno de los boletines de Jesús: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayo, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oyes estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó sus casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayo, y fue grande su ruina (MATEO 7:24-29)”.

¿No es objeto de crítica todo aquel que viviendo en las riveras de ríos y cañadas hace caso omiso a los boletines y llamados? Sabemos, en la mayoría de los casos, cuál es el resultado de su obstinación: pérdida humana. El objetivo de los llamados y boletines era, precisamente, evitar este funesto resultado.

Dios quiere evitar grandes pérdidas y ruinas en ti, no te aferres a lo que tus ojos pueden ver, como hacen los que no quieren abandonar sus pertenencias para salvar sus vidas. Entrega tu vida a Cristo, se prudente y actúa con sensatez.

Concluyo con la experiencia de uno que reaccionó al llamado de Jesús, el apóstol Pablo: “Pero cuantas cosas eran para mi ganancias, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo (FILIPENSES 3:7-8)”.

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre!

martes, 11 de agosto de 2009

Inocentes

"Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (MATEO 5:8)".

¿No adviertes de manera implícita el llamado a la inocencia en estas palabras? De acuerdo al diccionario español, la inocencia se define como “falta de malicia, mala intención o picardía” y es obvio que estas características solo son observables en los niños, en cuyos corazones todavía no han subido las ambiciones y las vanidades desenfrenadas que alejan a los adultos de Dios.

Es alentador saber que Jesús llamaba “niños” a aquellos que aceptaban sus enseñanzas; y glorificaba a su Padre porque escondía estas cosas (su doctrina) de los sabios y entendidos. Es actitud inocente (no tonta como muchos burladores expresan) desear perdón cuando se recibe maltrato, amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y persiguen.

El rey David se preguntaba “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” Y he aquí las sencillas repuestas que Dios ponía en su corazón “El limpio de mano y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño (SALMOS 24:3-4)”, en pocas palabras, los que se vuelvan inocentes.

El apóstol pablo, por su lado, invitaba a los corintios a ser niños en cuanto a la malicia: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar (1 CORINTIOS 14:20)”

Sin embargo, el llamado de Jesús para tí es este “y dijo: De cierto, de cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (MATEO 18:3)”.

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.

lunes, 3 de agosto de 2009

Transformado

Dos grandes maestros de doctrinas radicales y totalmente opuestas sostienen una conversación en una noche cualquiera, el uno había preferido la noche para visitar al maestro, cuyos ideales estaban martillando su mente, para no ser visto por sus sectarios y recibir de ellos la dura crítica que cuyo acto merecía (JUAN 3:1-15).

¿Realmente que fue a buscar Nicodemo? La sorprendente repuesta venía de la boca de Jesús: "de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (JUAN 3:3)". Conocida la repuesta, probablemente estés pensando de igual forma que Nicodemo, "¿Cómo puedo, después de grande, volver a entrar en el vientre de mi madre?", la simpleza es esta: "cuando modificamos nuestra conducta para vivir la vida que realmente agrada a Dios, sin saberlo, un nuevo hombre ha aflorado de nuestro interior".

Lo alentador es que Dios no ha dejado que busquemos ese nuevo nacimiento según nuestros propios criterios, sino que ha dejado un manual infalible que nos da las pautas de como hacerlo, la Biblia, ella contiene todo lo que Dios quiso que el hombre conozca acerca de él y de la justicia.

No es válido, delante de Dios, el justificarnos nosotros mismos y hacernos creer que Dios debe aceptarnos como estamos. No te engañes, Jesús exponía "este pueblo de labios me honra, mas su corazón esta lejos de mí, pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres (MATEO 15:8-9)".

Después de este encuentro, Nicodemo es presentado pronunciándose a favor del gran Maestro y recibiendo duras criticas de sus sectarios (JUAN 7:45-52), luego, nuevamente es presentado trayendo presentes para la sepultura de Jesús (JUAN 19:39).

Afirma tu rostro como Nicodemo y decídete a dar el paso de fe, modifica tus hábitos y vuélvete a Dios. Así dice el Señor: "Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar (ISAIAS 55:7)".

Que la paz y la gracia de Jesucristo sea contigo hoy y siempre.