Vamos a analizar dos palabras que en ocasiones la usamos de manera indistinta para referirnos al ramo del saber: Conocimiento y sabiduría.
La palabra “conocimiento” viene del griego “gnosis” y es básicamente saber que se consigue mediante la experiencia personal, la observación y el estudio.
En la filosofía griega, el conocimiento se consideraba como el sumo bien del hombre. Para Sócrates, equivalía a la virtud, de ahí su máxima clásica: "Conócete a ti mismo". Pero por la Biblia todo conocimiento se contrasta con el conocimiento de Dios.
La Biblia anima a que se busque y atesore el conocimiento exacto, que se valora más que el oro (PROVERBIOS 8:10; 20:15). Jesús recalcó la importancia de llegar a un conocimiento verdadero de él y de su Padre, y los libros de las Escrituras Griegas Cristianas hablan en repetidas ocasiones del valor del conocimiento (JUAN 17:3; FILIPENSES 1:9; 2 PEDRO 3:18).
El hombre tiene la responsabilidad de buscar el conocimiento, y para ello se puede valer de estos tres métodos:
El escuchar, la doctrina:
Pablo aprendió muy bien la ley de su nación judía a los pies de un gran maestro o rabino llamado Gamaliel. Los discípulos y seguidores tanto de Jesus como de Juan el bautista interiorizaban grandes verdades y cambiaban su estilo de vida ante Dios por medio de los sermones de sus maestros.
“El que escucha lo que yo enseño y hace lo que yo digo, es como una persona precavida que construyó su casa sobre piedra firme (MATEO 7:24)”.
“Pero el que escucha lo que yo enseño y no hace lo que yo digo es como una persona tonta que construyó su casa sobre arena (MATEO 7:26)”.
La observación, el testimonio:
Tanto Jesús (“… no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada (JUAN 8:29”) como el apóstol Pablo (“Sed imitadores de mi, así como yo lo soy de Cristo (1 CORINTIOS 11:1)” vivían lo que enseñaban a tal grado que estaban seguro que agradaban a sus señores, y si alguien copiaba su senda (estilo de vida) encontraría descanso para su alma y paz para con Dios.
“Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente (manso, de genio apacible) y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir; la carga que les hago llevar no es pesada (MATEO 11:29-30)".
La revisión, el estudio:
Como Dios es la fuente de conocimiento, por medio de su Palabra (la Biblia) encontramos todo lo que necesitamos para llegar a conocerlo y comprenderlo; todo lo que Jehová quiso que el hombre supiera acerca de él está en la Biblia.
“Ustedes estudian la Biblia con mucho cuidado porque creen que así tendrán vida eterna. Sin embargo, a pesar de que la Biblia habla bien de mí, ustedes no quieren creerme para tener vida eterna (JUAN 5:39-40)”.
En la Biblia con frecuencia se vincula el conocimiento con otras cualidades, tales como la sabiduría, el entendimiento, el discernimiento y la capacidad de pensar.
La palabra “sabiduría” proviene de la voz griega “sofía”, es la capacidad de poner por obra, usar o aplicar de manera provechosa lo que se ha aprendido. Pudiera darse el caso de que alguien tuviera considerable conocimiento, pero no supiera cómo usarlo por falta de sabiduría.
El sentido que la Biblia da al término sabiduría destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse con éxito del conocimiento y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas o aconsejar a otros a hacer lo mismo. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con estas.
Jesús relacionó la sabiduría con las obras cuando dijo: “La sabiduría queda probada justa por sus obras (MATEO 11:19)”. Salomón pidió y recibió de Dios no solo conocimiento, sino también sabiduría (2 CRONICAS 1:10; 1 REYES 4:29-34). En el caso de dos mujeres que reclamaban el mismo niño, Salomón, conocedor del apego de una madre por su hijo, demostró su sabiduría usando este conocimiento para disolver la disputa (1 REYES 3:16-28).
La sabiduría no se obtiene en escuelas del saber. En Egipto y Babilonia habían, en la antigüedad, escuelas para preparar magos (sabios) con la finalidad de interpretar sueños y asuntos difíciles de comprender, sin embargo hombres de fe como José y Daniel (llevado a una escuela de sabio) reconocieron que la sabiduría proviene solo de Dios.
José:
Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete.
José les dijo: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora (GENESIS 40:8).
El faraón dijo a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; pero he oído decir de ti que oyes sueños para interpretarlos.
Respondió José al faraón: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia al faraón (GENESIS 41:15-16).
Daniel:
“Daniel respondió al rey diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos días. Estos son tu sueño y las visiones que has tenido en tu cama: (Daniel 2:27-28)”.
Hasta aquí podemos sacar una valiosa conclusión: con la búsqueda del conocimiento conocemos a Dios, vemos nuestra culpabilidad y la solución que Dios ha provisto para beneficio del hombre. Ese conocimiento no sirve de nada si no accionamos de acuerdo a las recomendaciones aprendidas; ahí entra la sabiduría. Es de sabio, de prudente darle uso correcto al conocimiento.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
Gracias por tu aporte a mi crecimiento espiritual!
ResponderEliminarDios te bendiga.
AL