“Por el pecado de Adán, Dios declaró que todos merecemos morir; pero gracias a Jesucristo, que murió por nosotros, Dios nos declara inocentes y nos da vida eterna. (ROMANOS 5:18)”.
Si en este pasaje bíblico nos detenemos en todo lo relativo a Adán, pudiéramos ver que somos constituidos culpables de manera injusta, cargamos con el error de alguien que ni siquiera conocemos ni estuvimos presentes cuando él se hizo transgresor. Si tú y yo podemos pensar de esta manera imagínate Dios, de manera que Dios, como Juez Justo, decidió equilibrar las cosas otorgando vida por medio de su Hijo Jesús, para que no se alegue injusticia.
Entre las muchas definiciones que da el diccionario español sobre la palabra “Equilibrio” he tomado la que mejor se adapta a este articulo: “Estado de un sistema en el que coexisten simultáneamente dos o más componentes que se contrarrestan recíprocamente". Trasladando la definición a nuestra realidad tenemos que el sistema lo constituye el mundo a través de los tiempos, y los dos componentes que se contrarrestan entre sí son el pecado (desobediencia de Adán que produce muerte) y la justificación (obediencia de Cristo que produce vida).
Todo está en perfecto equilibrio, Dios proveyó el contrapeso para la otra bandeja de la balanza, tú tienes la oportunidad de pasarte de la bandeja del pecado a la bandeja de la justificación, donde Dios, por medio de la obra de su Hijo Jesús en la cruz, te declara inocente.
Medita en esto: mientras no te acerques al que produce vida, Jesús, aunque estés vivo fisicamente, para Dios estás muerto por causa del pecado.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
Nota: la cita bíblica fue tomada de la traducción “Biblia Lenguaje Sencillo” (BLS).
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