Isaías 5:1-7 presenta, en lenguaje figurado, el lamento constante de Dios ante su creación, el hombre, del cual esperaba justicia y juicio (razonamiento, prudencia); sin embargo ha recibido algo frustrante e inesperado.
La parábola empieza de esta manera: “Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestre”.
De la misma manera que esta viña había sido plantada en un lugar favorable y adecuado para que diera buenos frutos, de Dios recibimos a diario el sol, la lluvia, el aire, los alimentos, la vida; en pocas palabras, muchos favores inmerecidos; a cambio Dios espera que inclinemos la vista hacia él, nuestro plantador en esta tierra, y le agrademos con nuestras acciones; que como buenos hijos no le demos tormento, sino alegría.
Este lamento se ha convertido en una canción que se ha repetido a través de la historia en boca de los antiguos y de los nuevos profetas que motivamos a las personas a acercase a Dios. El mensaje es el mismo: Arrepentimiento y buenos frutos.
“¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho por ella? ¿Cómo esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”
Esta es la gran interrogante, si a diario puedes abrir tus ojos y presenciar la luz de un nuevo día ¿Crees que ha sido por tus meritos, por tu dinero, por tu fuerza, por tu capacidad, o está Dios detrás de esto? Sin embargo a pesar de recibir grandes beneficios, estamos dando uvas silvestres (agrias, pequeñas, duras, amargas, despreciables e inservibles).
Ante esta realidad ¿qué hará el dueño de la viña?
“Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella”.
Llegará el día en que Dios se cansará de dar tanta protección a algo inservible. Dios ha sido paciente y espera que los inicuos recapaciten del mal camino que han escogido, viene el fin, pero antes está la oportunidad de arrepentimiento, aprovecha las muchas misericordias de Dios y cobíjate bajo sus alas, él te amparará.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
La parábola empieza de esta manera: “Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestre”.
De la misma manera que esta viña había sido plantada en un lugar favorable y adecuado para que diera buenos frutos, de Dios recibimos a diario el sol, la lluvia, el aire, los alimentos, la vida; en pocas palabras, muchos favores inmerecidos; a cambio Dios espera que inclinemos la vista hacia él, nuestro plantador en esta tierra, y le agrademos con nuestras acciones; que como buenos hijos no le demos tormento, sino alegría.
Este lamento se ha convertido en una canción que se ha repetido a través de la historia en boca de los antiguos y de los nuevos profetas que motivamos a las personas a acercase a Dios. El mensaje es el mismo: Arrepentimiento y buenos frutos.
“¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho por ella? ¿Cómo esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”
Esta es la gran interrogante, si a diario puedes abrir tus ojos y presenciar la luz de un nuevo día ¿Crees que ha sido por tus meritos, por tu dinero, por tu fuerza, por tu capacidad, o está Dios detrás de esto? Sin embargo a pesar de recibir grandes beneficios, estamos dando uvas silvestres (agrias, pequeñas, duras, amargas, despreciables e inservibles).
Ante esta realidad ¿qué hará el dueño de la viña?
“Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella”.
Llegará el día en que Dios se cansará de dar tanta protección a algo inservible. Dios ha sido paciente y espera que los inicuos recapaciten del mal camino que han escogido, viene el fin, pero antes está la oportunidad de arrepentimiento, aprovecha las muchas misericordias de Dios y cobíjate bajo sus alas, él te amparará.
Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.
Dios tenga piedad y misericordia de nosotros.
ResponderEliminarDios te bendiga.