miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Muertos que Entierran a su Muertos?

Sé que el titulo te ha dejado perplejo, pero literalmente así es como percibe Dios a los incrédulos y cobardes participando en un velorio también de un incrédulo.

Esto lo he tomado del pasaje de la biblia ubicado en LUCAS 9:59-60 donde Jesús le hace una invitación a uno que escuchaba sus sermones, le dice: Sígueme. Seguir a Jesús implica hacer morir en nuestras vidas todo lo que ocupe el lugar de Dios, así de tajante como suena.


Al igual que a este hombre, Dios también te ha hecho la invitación a ti, sí, por medio de una literatura, un programa radial o televisivo, un sermón en la iglesia, o una conversación con algún cristiano, pero has respondido en tu interior con alguna excusa aparentemente válida y que parece justificarte: Tengo que trabajar más para cubrir la educación de mis hijos o para asegurar mi vejez, porque el que nada tiene, nada vale; lo que sucede es que te estás olvidando de la mejor parte: proveer para el día del juicio.

Ante cualquier excusa Jesús te dice: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios".


Volviendo al título de este artículo, todo el que rehúsa buscar a Dios y vivir conforme a sus estándares, aunque esté vivo físicamente, para Dios está muerto, porque a Dios no le interesa tu parte física (carne y sangre) sino tu parte espiritual (alma y espíritu); lo que sucede es que estas dos composiciones del hombre se repelen entre sí porque tienen objetivos distintos, una desea entrar en contacto con Dios, y la otra desea placer temporal y perecedero. Para mejor comprensión, míralo por la biblia:

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil (MATEO 26:41)”.

“Digo, pues: Andad en el espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis (GALATAS 5:16-17)”.

Así que los muertos corren tras las cosas que perecen y que no le dejan espacio a Dios en su corazón. Jesús fue enfático con este hombre: Sígueme ahora que tienes la oportunidad y olvídate de lo que le interesa a la carne. No hay que ser letrado para entender esto, pero hay que ser valiente para interiorizar esta gran verdad.

Ya basta de tantos placeres para nuestra parte “polvo” que vuelve a la tierra, empecemos a cuidar nuestra parte espiritual, la que vuelve a Dios para recibir justa retribución.

“Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? (ECLESIASTES 3:20-21)”.

“Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio (ECLESIASTES 12:7)”.

Que la paz y la gracia del Señor Jesucristo sea contigo hoy y siempre.

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